29 febrero, 2012

Savior.

Gafas de sol que ocultan las ojeras de tres días sin dormir, paso lento de quien no tiene camino ni destino, del que ni lo busca por que no tiene razones de hacerlo. Soledad le pisa los talones. Sonrisa torcida, de esas que duelen al mirarlas, sonrisas del que no tiene por que sonreír, del que lo hace por costumbre, con cinismo. Voz rota, lleva días sin usarse para decir mas de una frase seguida. Una risa rota, que sale con amargura, sin ganas. Manos en los bolsillos, en ocasiones esta pero no esta, se esfuma como el humo de ese cigarro que se consume en sus labios, lentamente, sin prisa, como todo lo demás. Sin prisas, nada importa. Detrás de las gafas una mirada que se pierde en el infinito, recordando. Fantasmas que vuelven de entre los recuerdos.  La felicidad se le escapa de las manos, huye, hasta su sombra parece alejarse... No hay mas que desolación por cada cada esquina, vacío en el alma, oscuridad en el corazón. Duele solo con mirar los ojos apagados, que miran sin mirar. Busca las respuestas en el fondo de su vaso, como si fuese a encontrarse con el sabor de sus besos. Bebe, maldice, y no lo encuentra. Busca compañía, para las noches en vela. Nada, ni nadie importa, duerme acompañado, pero la cama esta fría y el se siente solo. Café frío. Huye, de las pesadillas, de caricias que no se sienten. Amanece, por las calles vacías, un día mas. Uno mas de autodestrucción. Uno de tantos desde que ella no esta. Palabras que nadie oye, silencio, no hay nadie mas allí.  Flores, lluvia. El cielo llora, ella llora, llora por no estar con el, por no poder salvarle. Por hacerle prisionero de la promesa de vivir, de intentarlo sin ella. Por hacerle prisionero de su ausencia. Por hacerle prisionero del cielo.

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