22 septiembre, 2011

Una vespa roja con asientos de cuero negros.

Doscientos por hora, a toda ostia. No quiero enterarme de lo que pasa alrededor.
Pero derrepente aparece alguien que te dice que aflojes, y cuando aflojas te das cuenta de las cosas, te das cuenta que tras las botellas de tequila hay un trofeo de baile, que está sonando tu canción favorita y que la camarera se iría a cualquier rincón del mundo contigo.  

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