02 septiembre, 2011

Dr. Don Rodolfo

Hace tiempo que pienso en escribirte, en contarte que a pesar de que nunca nos llegamos a conocer, te siento muy cerca. Se poco sobre ti, se que tengo tus ojos, y alguna que otra manía... Pocas veces guardo lo que escribo, colecciono monedas, y de cuanto mas lejos vengan mejor. En casa nadie habla de ti... No te han olvidado, pero eres tema tabú. Uno de los poco recuerdos que tengo de pequeña era cuando nos quedábamos en casa de la abuela, y tu despacho. Estaba terminantemente prohibido entrar si no querías un buen castigo. Cuando la abuela no miraba o se quedaba dormida, iba en silencio y abría la puerta y me quedaba allí en medio, sintiéndome muy pequeña y teniendo tu presencia a mi lado. Me gustaba pasar la manita por los libros sacar alguno y fingir que entendía lo que ponían, tus bastones eran un juguete mas y el fonendo, mi favorito. Algunas veces iba al río dando un paseo y leía tu placa en el centro de salud para comprobar que eras de verdad, que no eran imaginaciones miás, que habías recorrido las mismas calles que yo. Si pregunto por ti la frase que mas he oído “Tu abuelo era un muy buen medico y mejor persona”. En casa dicen que eras muy reservado, que solo tu sabias lo que pasaba por tu cabeza. Tengo tu foto en mi habitación, y allí estas como uno mas. Me gusta sentirte aquí conmigo, aunque seas como humo, aunque seas como un espejismo, pero tan real...Necesito que entiendas que aunque nunca te llegare a conocer, es como si te conociera y es como si llevaras aquí conmigo toda la vida. Como si nunca te hubieras ido. Prometeme que seguirás aquí, en un ricon entre los recuerdos y mi imaginación....

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