Porque el amor nunca usa monosílabos entendí que tu "sí" era un "quizás" y el "quizás" un "espérate a mañana" y mañana siempre era otro mañana y el ayer ya no servía de desahogo.
Y llegué tarde a conciencia a tus besos de reloj.
Mi universo entero cabía en una taza y el reflejo era el yo abandonado soplándole a un café con dos de azúcar.
Tenía ganas de morirme y no por ti tenía ganas de vivir y no contigo.
"Los lunes que te debo"
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