Ya suelo despertar por la mañana pensando en ti. Que es verte y dibujar en mi cara una estúpida sonrisa, volver a hablarte y sonar siempre como si fuese idiota. Ahora ya no me sorprendo si llega la noche y tu recuerdo no me deja dormir. Comienza a ser corriente que analice todos y cada uno de tus movimientos, todos tus gestos, para recordarlos. Ya no es extraño que me encuentre a mí misma imaginándonos en diosabedónde y cuándo, diosabeporqué, haciendo diosabequécosa que siempre me hace feliz.
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